Hacer reír

Hay gente que se pregunta si puede hacer un curso de clown ya que no se considera graciosa. Para hacer reír a los demás, primero, no hay que estar preocupado por serlo, segundo, tener la presteza de reírse de uno mismo: de nuestras obsesiones, de nuestro cuerpo, de nuestro carácter, de nuestras ideas y certezas. Llegar al punto donde ya no nos importe nada (del resultado de tener éxito o fracaso en la improvisación), de no defendernos (un niño pequeño nunca se defiende, se podrá enojar o llorar, pero jamás replicará a sus padres y los niños de 1 a 3 años son un espejo para un clown) Y una vez llegado a este punto, ponerse a jugar, desde la intuición, dejar que el cuerpo tome las riendas, dejarse llevar…

La lógica del Clown

Tengo un piano de cola hermoso y me apetece tocarlo para el público, tengo una bella canción para deleitarlos. Veo que la silla del piano, por esas cosas del destino, se encuentra a 5 metros de él. La acción lógica y cotidiana seria coger la silla, que es más liviana, y llevarla a donde está el piano. Sin embargo esto me aburre, es demasiado normal, voy a empujar el piano hacia donde está la silla. El público se reirá, es una acción ridícula e inesperada, que desafía la razón.
Este es un ejemplo perfecto para demostrar cual es la lógica del clown, un gag muy visto desde Grock hasta los Tres Chiflados, entre otros.
¿Por que nos causan gracia estas acciones que son ilógicas?
El hombre moderno vive tan atado a su racionalismo y a la lógica aristotélica, que cualquier acto que nos desvíe de lo predecible, nos produce una liberación.

¿Qué es y qué significa buscar nuestro Clown?

Buscar nuestro clown es transitar un camino por nuestro interior. En primer lugar debemos reírnos de nosotros mismos, aceptarnos tal cual somos, con nuestros defectos, debilidades y virtudes. Sabiendo que estos “defectos”, “debilidades” y “virtudes” son solo ideas y juicios que tenemos acerca de nosotros mismos y juicios de los demás que hemos aceptado. Debemos mostrarnos abiertamente. Dejar ver nuestra humanidad. Sincerarnos: soy lo que soy y estoy
muy feliz con ello.
Desde el primer contacto con el público nuestra presencia debe ser abierta, sincera y transparente. A través de la mirada, el público debe saber que sentimos de verdad. Una vez que hemos tocado el corazón del público, podemos jugar y compartir nuestro mundo de imágenes interiores. Y es muy importante saber la diferencia que hay entre jugar, y hacerse el gracioso o el tonto. Jugar, pertenece al cuerpo y a la escucha de nuestro niño interior, mientras que hacerse el gracioso es un deseo de la mente o nuestro yo cotidiano (ego).

El Clown como herramienta de auto-conocimiento

Un curso de clown trasciende las fronteras de la profesión de actor y puede ser una herramienta para cualquier ser humano que busca una conexión con su corazón, con sus sentimientos, con el niño que llevamos dentro y hemos acallado. Una herramienta para ser felices. Para despertarnos a la realidad de que estamos vivos, de la magia de la existencia, de que la vida puede ser vista como un juego, de no tomarnos tan en serio. De asombrarnos por el mundo que nos rodea. De percibir de otra manera. De conectarnos con nuestros semejantes desde el afecto. Que cada cosa que hacemos es importante, y ninguna, es más importante que otra. De que todo es relativo. De que hay tantos caminos en la vida a seguir, como seres humanos. Y que cada uno debe seguir el camino que le parece correcto, el que lo haga feliz, aunque esto signifique tener que cambiar de forma de pensar o chocar con la sociedad que nos ha educado y los valores que nos han querido inculcar. Que cada uno de nosotros, y el mundo que nos rodea, es un misterio sin fin…

El Clown como herramienta terapéutica. Una mirada transpersonal.

(Tesis de Ignacio Maffi para la Escuela de Terapia Transpersonal)

Cuando comencé a dar clases de Clown en el año 2004 no me imaginé que este género, incluido dentro del teatro o del circo, iba ir cambiando mi visión de él a medida que lo iba conociendo, descubriendo y observando la transformación que producía en mis alumnos con el acontecer de las clases en la vida diaria. Se quedaba corto como materia o genero de las artes escénicas, me di cuenta que para avanzar en la perfección de su técnica, era necesaria una transformación y sanación del estudiante si queríamos hacer algo artísticamente sincero. Como interprete y director de clown me preguntaba como hacer reír, como gustar, como hacer algo artístico que atrape la atención del publico. Mis conclusiones eran que para hacer reír a una audiencia hay que tener una gran capacidad de reírse de si mismo, estar feliz en escena, sentir placer por lo que se hace, estar en el aquí y el ahora, y jugar sin expectativas.